En mi casa el momento de la comida es sagrado. Comer todos juntos (cuando los planetas se alinean y los trabajos nos dejan escaparnos al calor hogareño) y alrededor de una mesa repleta de víveres es un ritual que siempre respetaremos. El mantel debe estar bien colocado, el cuchillo y la cuchara a la derecha, el tenedor a la izquierda, la servilleta a mano y el vaso o copa (dependiendo de qué se vaya a beber) relucientes.
Alrededor de la mesa surgen las mejores conversaciones, se resuelven los conflictos más amargos y compartimos con los nuestros aquellos detalles que son arrasados por la rutina y el mundanal ruido. Gracias a vivir sola desde hace años he aprendido a valorar la suerte que supone tener una familia que posiciona tan alto en su escala de prioridades lo que los americanos llaman, slowlife. Parar de forma sincronizada el minutero de los relojes para activar el paladar y disfrutar de la compañía.
Este pensamiento que comparto en voz alta me asalta cada vez que en Instagram se me cruza una foto de _our food stories_. Detrás de esta oda a la buena comida y el placer de cocinar se encuentran Laura y Nora, fotógrafa y estilista de comida. Cuando ves sus fotografías y composiciones te das cuenta de que hacen un equipo perfecto. La vertiente creativa no se queda sólo en las cuidadas instantáneas, sino que su blog es una colección fantástica de recetas vegetarianas, veganas y sin gluten. Las que tenemos la mala suerte de tener intolerancias alimentarias agradecemos recetarios como éste que mimen tanto la estética. ¿Acaso no comemos también por los ojos?
Para que podáis enamoraros de sus creaciones culinarias tanto como yo, os dejo una selección de sus platos. Un buen plan es traducir alguna de sus propuestas (lamentablemente están en alemán, pero nada que no pueda solucionar un traductor online), escoger una lista de Spotify molona, acompañarla de un buen vino y dejarse llevar por ese acto de amor que es cocinar.
Fuente de las fotografías: Our Food Stories
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