Debería comenzar el post disculpándome por incumplir (¡tan pronto!) el propósito que me hice de ser más constante y no abandonar esta parcela que tanto disfruto. Pero, sin que sirva de excusa, llevo seis semanas, desde que comencé el máster de interiorismo, a pleno rendimiento. Es cierto que aún así debería encontrar mis huecos en la semana para regar este espacio y para dedicarme esos mimos que me prometí y que hace semanas se reducen a tapar el cansancio con un buen antiojeras.
Tras este impasse que espero que no se repita muy frecuentemente, quería hablaros de un taller al que asistí a comienzos de febrero sobre cosmética natural. Hacía tiempo que quería aprender las nociones básicas, así que mi hermana se quedó con la copla y en Reyes me sorprendió con este taller de introducción que impartía Elena, de Elena&co. Fue intensivo y una mañana nos bastó para aprender que la cosmética natural es un mundo y que formular cremas y lociones acaba siendo adictivo.
Podría enumeraros las ventajas que supone cuidar nuestra piel (no olvidemos que es el órgano más grande de nuestro cuerpo), pero seguramente muchas ya las conozcáis. Yo personalmente hace tiempo que intento, dentro de lo posible, no echarme lo primero que encuentro y decantarme por productos naturales que no tengan componentes químicos. Por poner un ejemplo, hace unos meses que trato de compensar la deshidratación con aceite de coco 100% y mi piel ha mejorado mucho. Esto mismo lo aplico al pelo y siento que recupera el brillo que ha ido perdiendo por el uso de champús comerciales que no siempre son para mi tipo de cuero cabelludo.
Si el tema os interesa, buceando por Internet encontraréis un montón de información acerca de la cosmética artesana. Habrá voces que afirmarán que los beneficios no están tan probados y que el esfuerzo (económico y personal) no merece la pena, mientras que otras alabarán que su piel luce de forma diferente desde que se ha liberado de los componentes químicos. En estos casos creo que lo mejor es comprobarlo en una misma, está claro que lo que a alguien le va estupendamente puede que no nos siente bien a nosotras y viceversa. Luego también entra en juego la genética, yo recuerdo que mi abuela jamás se dio una crema en la cara, sólo unas gotitas de aceite de oliva antes de dormir, y no tenía ni una arruga.
La mañana de taller nos cundió mucho porque salimos de allí con una crema facial de rosas (que huele estupendamente y tiene una textura muy cremosa), un agua micelar (que desmaquilla con una sóla pasada) y un champú de romero y limón. Como veis, Elena, la profe, cuidó hasta el último detalle con estos botes tan cucos y la bolsita con nuestro nombre.
Estoy deseando tener tiempo para poder hacerme con un kit de inicio y comenzar a formular. Cuando comience a hacer mis lociones compartiré las recetas y el procedimiento para que, si os animáis, comencéis a haceros vuestros propios potingues. Si queréis ir probando con algunas fórmulas y tenéis alguna noción, os recomiendo las del blog de Jabón y Vida que están muy bien explicadas.
¿Y vosotrxs, tenéis alguna experiencia con la cosmética natural?
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