Si algo he aprendido en este año lejos del mundanal ruido es a pasear. Cuando vivía en una ciudad grande solía lanzarme a la calle a caminar con un propósito. Ir a hacer recados, ir a encontrarme con alguien, ir a al trabajo, ir de compras. Pero (muy) pocas veces paseaba por pasear, por el simple gusto de disfrutar de un momento para mí.
Ahora que estoy rodeada de naturaleza y que siento la necesidad de conectarme con ella, estoy sabiendo dedicarme pequeños espacios de tiempo. Sentir los olores, estar atenta a los ruidos, percibir las diferentes tonalidades de azul y verde que tenemos en el norte. Aún no he probado la meditación, pero diría que caminar por placer, junto a la lectura, es mi forma de desconectar la mente por unos minutos.